Después de ti, la nada,
Desviviéndose Dionisio
En la plaza de las muertes,
Donde las bombas atómicas
Son besos amorfos en la oscuridad del día.
Del silencio que me persigue,
De la soledad en la que vive Venus,
De la nada, después de mí,
Inseguridades del cuerpo
Del alma en el infierno.
Difícil de distinguir, amor o poesía,
Laberintos mentales que devoran la calma
¡Que devoran! Este quebrado corazón,
Que asesinan mi paciencia, todo yo,
Y he de estar aquí, en el mismo lugar.
Para cuando Venus voltee la sal habrá cubierto sus ojos,
Y he de llorar por su repetida ceguera,
He de llorar porque no vuelve a mirarme,
A descubrir alambres de púa en mi corazón.
Y he de estar aquí junto a Dionisio,
Esperando un nuevo adiós.
2 comentarios:
Sin duda alguna...
una vez más.. mueves sentimintos
este blog ya se mosqueó
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