martes, 20 de abril de 2010

TE VINE A ENCONTRAR EN MI LIBRERO

I

Siempre que llego a vacacionar a mi casa me pongo a revisar el librero y siempre veo lo mismo. Esta vez (o como todas) buscaba no se que cosa y encontré una postal de San Marcelino, le di la vuelta y resultó que era la foto del recuerdo de Alex, la de generación, mi generación. Después había una foto de Alex durmiendo en un petate, y la siguiente fotografía era mala, muy oscura, pero ahí estaba de nuevo él, Alex parado y sonriendo, que niño se veía.

II

Cuando pasé a la siguiente foto me llevé una sorpresa, ahí estaba ella, de perfíl, sonriente, hermosa y con ese rostro tierno y dulce. Al fondo el mar y a lo lejos un par de montañas sonreían. Entonces recordé ese viaje a Xadani hace aproximadamente cuatro años y medio. Después ya no había más fotos. Me fui a la cama y no pude conciliar el sueño, me quedé pensando en el mar, en el cerro, en ella...en el infierno.

Abril en Juchitán

Es el olor a Juchitán, es ese olor que desprende la humedad lo que me recuerda al aroma de tu cuerpo que escapa a las maderas de tu habitación, a las docenas de ropa acumuladas en mi hogar.

***

Aquí no hay sirenas penando por las calles, todo es silencio, calma. Los gemidos de los vecinos se escuchan, los ladrones son delatados por sus susurros, los ladridos de los perros y el canto de las gatas en celo acompañan las noches donde el erotismo deja escapar gotas de placer. Y al amanecer el sol se vuelve romántico y ardiente, al amanecer todo vuelve a ser onírico.

***

He visto a una sexy mujer en el fondo de una olla de barro negro. Ella arde, los movimientos de su boca me hacen suponer que ella grita. ¿De placer? ¿De dolor? Ella está ahí, en el fondo de la olla, está bailando algún blues caluroso, ardiente.

***

A Karol

Esta noche he decidido ser fragmetos de quimera, pedazos costosos para entregarme a ti.

***

Hoy la noche tiene buenas piernas que he decidido abrirselas.

A Ailema



Yacía recostado sobre mi propio cuerpo, ebrio, tratando de reírme de la noche que me robó unas cuantas locuras. En el bar muy poca gente bebía, muy poca gente bailaba. La música penetraba la piel de los amantes. Vi levantarte de tu asiento y supuse que irías a sacar un poco de lo que habías bebido, pero no, te acercaste a mí y me dijiste:

-Vente, bailemos, no trates de dormirte-

Y bailamos no recuerdo que cosa, y el baile se extendió hasta cuando el sol asomó sus pestañas. Me sentía en la historia de algún poeta-músico que deambula por los bares al parecer del mediterráneo. Despues salimos del bar, afuera unos hombrecitos azules me detuvieron y uno de ellos me dijo:

-Está violando las reglas, jovencito-

Me subieron a la patrulla, mis amigos respondieron, y para la torta fue lo que le dieron. Era una noche en la que el aburrimiento me inundaba el cuerpo, y vaya, se volvió una noche con muchas historias.

Nos dirigimos al departamento de un amigo músico, en el trayecto conversamos con el taxista, y luego tú y yo nos besamos. Después de haber llegado, nos sentamos a tomar un té, charlamos un largo rato y luego empezamos a danzar, juntos estallamos justo antes del amanecer, dormimos un par de horas, luego me despertaste y me dijiste:

-Te cuidas-

Y seguí durmiendo. Después no supe nada de ti, y hoy nos volvemos a encontrar en el mismo lugar, de extremo a extremo, sólo espero que esta noche no se nos vaya a escapar, porque tenemos un baile que terminar.