lunes, 29 de marzo de 2010

EN CADA SEXO


Supuse que no me iría nada bien cuando me miraste fijamente a los ojos, tus labios se secaron tanto que me pediste un beso para poder decirme que nuestra relación se hundiría como el Titánic, y tus abrazos hacia mí fueron la única salida para que el arrepentimiento no te invadiera la mente. Y después de eso resulte ser un asesino, llevo veinte muertes en mi pecho, corazones colgando de mi cuello y que se balancean como nosotros en una hamaca, que gracioso, que estúpido, que nefasto, así suelo ser. Pero nunca, nunca seré un ser que olvide tus alas de ángel olvidado en el abismo. Y trato de rescatarme, ahora, en este relato que quisiera colgármelo como aretes nocturnales, pero no puedo, un relato biográfico siempre es una espada, la tomas, y te atraviesas con ella el cuerpo. Si tan sólo despertara de este sueño que asesina mis sueños con mujeres de bares, si tan sólo ya no encontrara más mujeres invitando al limbo que se encuentra atravesando la cueva, si tan sólo esas humedades dejaran de ahogar mi ansiedad y me tomaran de la mano para poder volar, sería de nuevo el amorfo que conociste alguna vez. Pero ahora y siempre todo es tortura, que más alegrías que justamente la que me da la vida, imaginar a un lobo cogiéndose a una mujer, imaginar a un hombre pintando un cuadro apunto de suicidarse, colgado, como muchos, con la verga entre sus manos, usando la lengua como pincel. Así es, mi lengua ha sido un pincel que dibuja la entrada a tu cuerpo, siempre desde abajo, dibujo en tu sexo la entrada a un laberinto. Y es así cuando un día me miré al espejo y mi reflejo era otro, un mimo y por siempre mi reflejo quedó atrapado, yo lo estoy…en cada sexo.

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