Y resurjo de entre los charcos
De sangre que nos inunda los ojos,
Que nos ahoga, que nos ciega
En este caballo de mar-terrestre.
Morimos sin ser tocados,
Corremos hacia ningún lado
Sin que esto parezca simulacro,
No lo es, de norte a sur sólo hay abismos.
Hay una planta de amor
Que nos toca y nos seca el cuerpo
De tanta sangre, y pensar,
En repensarnos entre guiechahis.
Todos resurgimos, como una
Película en cámara lenta,
Algunos esquivan aves de acero
Otros caen, y este poema
Es para ellos.
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